13.12.11

Manifiesto ambientalista


La época de los “sistemas” ha pasado.
La época de la construcción de la forma
esencial del ente a partir de la verdad
del ser no ha llegado aún…

M. Heidegger, Aportes a la filosofía.

Por Lenin Cardozo*

A los siete mil millones de seres humanos, contabilizados por la Organización de las Naciones Unidas al inicio de la segunda década del siglo XXI, a los que nacerán en el transcurso de los próximos años, a todos los seres vivos distintos a la raza humana, a quien a partir de ahora “apellidaremos”: los humánidos, que siendo del reino animal o vegetal, nos acompañan de manera esencial – por eso le damos nuestro apellido – en la fantástica aventura sobre el planeta Tierra.

Somos categóricos al definir al ambientalismo de hoy como el sagrado respeto al don de la vida, el legado para quienes vendrán. Es la retribución con el más profundo amor a nuestras dos madres, a la biológica y a la natural (La Madre Tierra). El reconocimiento a quienes han sido nuestros padres: árboles, montañas, ríos, lagos, cielo. Es proteger a los hermanos los no humanos: invertebrados, vertebrados, anfibios, el reino vegetal. Es pedir perdón por quienes han sido sacrificados o robados para prolongarnos la vida. Es la lucha por la vida que le da sentido a la vida. Es lo opuesto a la crueldad, a la codicia. Es el camino de la paz espiritual, sin culpa. Es la última utopía.

Un ambientalista tiene como misión de vida re-imaginarse el mundo, entender y hacer entender que todas las especies que lo habitan tienen derecho a la vida, y aun en el último segundo o latido, tenazmente debemos defender. Aceptar la existencia del “otro”, es el primer compromiso. La cual debemos comprender y respetar. El “otro” puede ser una persona que piense distinto a nosotros, con diferentes religiones, posición social, razas. Pero también allí van incluidas, por supuesto, las distintas especies animales, vegetales, ecosistemas, habitats, las aguas, el aire, la tierra sobre la que andamos todos los días.


El pensamiento ambientalista se creó en América, América lanzó al mundo el S.O.S del ambientalismo. América como continente, trae en sus genes una cosmovisión ambientalista, que viene de sus ancestros indígenas, y en el siglo XX, las primeras acciones que interpretan con valentía la defensa de la naturaleza, surgen de la zaga del Greenpeace, en Vancouver, al oeste de Canadá. Hippies ecologistas, llamaron la atención del mundo al protestar con independencia, sin compromisos partidistas ni vinculaciones con las ideologías existentes, las pruebas nucleares en el pacifico. Luego la intolerancia y el hostigamiento, de quienes gobernaban ese país para la época, obligó a la mayoría de sus fundadores a refugiarse en Europa. Era demasiado sospechoso, en plena guerra fría, protestar para defender el planeta.

La propuesta ambientalista, no es la tercera vía, ni es el nuevo traje de una izquierda o de una derecha que ven disminuidas sus ofertas electorales. Tampoco, es una secta o alguna nueva religión. Hoy es la única vía, para valorar la vida. Vivimos nuevas realidades que exigen a gritos nuevas estrategias. Es replantearse un cambio en nuestro contrato social sectario por un contrato natural incluyente. Requerimos códigos de ética globales. Cambiar ese conservador “sentido común”, por un sentido ambientalista.

El ser humano, tiene la capacidad de reinventarse así mismo y el planeta requiere esa metamorfosis, la inteligencia para sumar esfuerzos y saberes específicos, generales, propios, aprendidos o empíricos, pero todos con una meta común, preservar la Tierra. Ser ambientalista es una postura comprometida, firme y activista. Es no actuar como el avestruz, que ante la incomprensión o el peligro mete su cabeza en un hueco, para eludir la realidad. Proteger las especies (humanus y humánidos) en la naturaleza, es el desafío.

La vieja contienda entre la civilización y la Tierra, ya debe desaparecer radicalmente, sustituirla por la convivencia amorosa, equivalente, mutuamente aportativa entre la Tierra y la civilización (la paz fértil) para salvaguardar el milagro mayor del Planeta Azul: la existencia.

En este esfuerzo titánico de los mejores hombres y mujeres para cambiar el rumbo del destino del mundo, para apartarlo del futuro desastre al cual lo ha llevado la insensatez humana, confluyen – a nivel científico, artístico, poético, filosófico, humanístico – los conservacionistas quienes se ocupan de proteger la naturaleza, entendida como la diversidad de flora y fauna (la defensa de una especie en vías de extinción, por ejemplo), la belleza de los parajes naturales, como un privilegio del que disfruta la especie humana, como un lugar de esparcimiento, recreo y contemplación que debe ser respetado tal y como ha sido heredado a lo largo de la historia; los ecologistas que profesan la ecología como ciencia, los científicos de las ciencias naturales que estudian los hábitats, ecosistemas, biomas, etc.

Los ambientalistas como activistas que exigen una reciprocidad activa, fecunda entre el ser humano y el ambiente, una relación generacional, que no esté basada en un modelo de explotación de los recursos irracional y destructivo. Radicales en la defensa del derecho al disfrute de la vida de todas las especies.

Este manifiesto concluye con la proposición de los cinco haceres primarios generales para materializar la acción del ambientalista:

1. Liberar el espacio donde habitamos: la casa o apartamento en lo posible de las contaminaciones ambientales (preparar la basura para el reciclaje, ahorrar energía, administrar bien el agua, mantener el ornato, etc.)

2. Vigilar el sector urbano donde vivimos: vitalizar los espacios verdes (jardines, islas de avenidas, plazas, parques, etc). Denunciar los botes de aguas blancas y servidas. Atacar la contaminación sónica, etc.


3. Presionar: todo ambientalista tiene suficiente perfil ciudadano para llevar a las instancias de gobierno (alcaldías, consejos municipales, consejos legislativos estadales, gobernaciones, ministerios, etc.) sus proposiciones, denuncias, sugerencias etc.

4. Divulgar: todo ambientalista debe usar los medios divulgativos a su alcance (prensa escrita, radio, televisión, redes sociales, aulas escolares, espacios universitarios, etc.) para llevar a cabo todo lo que se ha señalado en los acápites anteriores y así como nuevos aportes e ideas, en fin.

5. La herramienta política: el ambientalista asumirá si fuere necesario, funciones políticas firmes para defender el ambiente. Sin miedo.


Los ambientalistas del mundo, nos comprometemos a través de este manifiesto a cumplir las siete acciones sacras para salvar la Tierra: Siembra de árboles, proteger los animales y la flora silvestres, goza el placer del aire, respetar el agua, administrar el fuego, amar la tierra y a la Madre Tierra, valorar la vida.

Defendamos con toda la fuerza de nuestros músculos, de nuestro pensar, de nuestro sentir a la patria donde nacimos y a la Madre Patria donde retornaremos para el viaje por el abismo de la eternidad, el Planeta Azul, la Tierra.

http://lenincardozo.blogspot.com

Sobre el autor: Lenin Cardozo (1960) Ambientalista venezolano. Director Ejecutivo de los noticieros ambientalistas Canal Azul 24 (www.canalazul24.com), Blue channel 24 (www.bluechannel24.com) y ANCA24 Agencia de noticias ambientales para las Americas. Fundador de la ONG venezolana AZUL Ambientalistas (www.azulambientalistas.org).

vía + VERDE

8.12.11

Si seguimos así, en Venezuela no quedara un bosque en un lapso de 40 años

Venezuela tierra de gracia, tierra de contraste. Ocupamos el décimo lugar en el mundo en biodiversidad. Lo nuestro es un problema cultural, queremos vivir de talar, quemar y cavar. Pareciera que tenemos un minero o un Leñador en la mente.

Uno de los privilegios de Venezuela es que cerca de la mitad se encuentra cubierta de bosques. El 80 % se encuentra al sur del Orinoco. En la mitad norte del país, con el 90% de la población venezolana, los bosques cubren apenas el 20% de la superficie. Se encuentran además fraccionados, intervenidos y severamente degradados. Se estima que cerca de dos tercios de la superficie forestal original de Venezuela al Norte del Orinoco ya ha sido destruida.

Una de las consecuencias es la escasez de agua que hoy afecta a una buena parte de la población venezolana, tanto para el consumo doméstico, como para la irrigación de tierras agrícolas o la producción de energía eléctrica. La escasez más pronunciada se registra en la altamente poblada zona costera central, incluyendo a las ciudades de Caracas y los centros industriales de Valencia y Maracay, Region esta, con más de la mitad de los habitantes del país.

Otras consecuencias de la destrucción de los bosques son: un significativo aumento en la frecuencia e intensidad de sequías e inundaciones, con daños a la producción agrícola, represas hidroeléctricas, sistemas de irrigación, vías de comunicación, empresas y hogares; erosión y pérdida de la fertilidad de los suelos; y crecientes dificultades en el suministro de leña, alimentos, medicinas, materiales de construcción y otros productos tradicionalmente suministrados por los bosques a comunidades indígenas y campesinas; las altas tasas de deforestación implican que Venezuela es también uno de los países con mayor cantidad de emisiones de gas carbónico por habitante de América Latina. La pérdida progresiva e irreversible de buena parte de la biodiversidad del país.

En Venezuela por ejemplo, el consumo de petróleo y gas natural genera la emisión de 140 millones de toneladas métricas anuales de CO2. En consecuencia, las emisiones de CO2 por habitante, sólo por el consumo de combustibles fósiles, son significativamente superiores a las de Argentina, Chile, Colombia, Perú y las del resto de los países de América Latina. Lamentablemente, la deforestación en Venezuela contribuye con 145 millones de toneladas métricas adicionales de CO2, duplicando las relacionadas con el consumo de energía fósil.

Venezuela es uno de los 8 países del mundo más ricos en biodiversidad. La mayor proporción de esa variedad de plantas y animales se encuentra en los bosques naturales del país. La deforestación implica la erradicación definitiva e irreversible de miles de especies.

La destrucción y degradación de bosques en Venezuela se ha convertido en una amenaza a la estabilidad ecológica, y por ende a la estabilidad económica y social del país. Con los bosques se pierde uno de los principales sustentos de modelos de desarrollo efectivamente sostenibles en el tiempo.

La destrucción de bosques en Venezuela continúa a tasas alarmantes. Según la Organización de Naciones Unidas, Venezuela ha venido registrando en los últimos 28 años una de las tasas de deforestación más altas de América Latina.

Durante la década de los 70, los bosques de Venezuela fueron talados a razón de 245.000 hectáreas por año (FAO, 1988). En la década de los 80 la destrucción aumentó en forma dramática, para alcanzar un promedio de 600.000 hectáreas por año (FAO: FOREST RESOURCE ASSESSMENT 1993). Sólo en 10 años se destruyeron en el país 6 millones de hectáreas de bosques, una superficie equivalente a la de toda Costa Rica.

Venezuela se convirtió así en uno de los países con las más altas tasas de destrucción de bosques de América Latina. La tasa de deforestación en Venezuela desde 1980 hasta 1995 (1.1%) fue equivalente al doble de la del Brasil, y tres veces superior a la del Perú (FAO: STATE OF THE WORLD’ S FORESTS, 1997).

Los países con mas deforestación anual:

Burundi, 9. 0 %;

Haití, 5. 7 %,

El Salvador, 4. 6;

Ruanda, 3. 6 %;

Nigeria, 3.7%

Costa de Marfil 3. 1;

Nicaragua, 3. 0 %;

Mauritania 2. 7%;

Venezuela, 0.8 %.

La tasa de deforestación en Venezuela sobrepasa el 2.8 por ciento anual, es decir se deforestaron 1,300 millones de hectáreas anualmente, más del doble que en el quinquenio anterior. Si se ha mantenido el porcentaje de deforestación de los países señalados, Venezuela ocuparía actualmente el décimo lugar en el mundo entre los países con mayor porcentaje de deforestación de sus bosques. A este nivel de deforestación, en Venezuela no quedara un bosque en un lapso de 40 años. Pasará a ser un país desertificado, con catastróficas consecuencias para su población.

La deforestación que es la desaparición de bosques propiciada por los seres humanos por medio de la tala y quema de árboles, se hace principalmente para obtener la materia prima de la industria maderera, y en Venezuela aparece justificada en las leyes ambientales para la obtención de suelos aptos para la producción de alimentos por medio de la agricultura y la ganadería. Lo que, no parece del todo cierto porque los indicadores de producción de alimentos son negativos, haciendo contraste con el alto índice de masas forestales desaparecidas.

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Los bosques son probablemente el patrimonio más valioso que nos ha regalado la naturaleza. Vivimos en una sociedad donde un árbol tiene valor después que se le ha derribado y se le ha calculado los metros cúbicos de madera.

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Cuando un bosque ha sido reducido o fragmentado se crean condiciones poco aptas para la fauna, diferentes a las condiciones del bosque original continuo, disminuyendo la biodiversidad. Al fragmentar la vegetación aumenta el riesgo local de extinción de especies. La extinción de una especie es irreversible.

El oxígeno que produce sus hojas permite que cada uno de los seres humanos respiremos. Se calcula que cada persona necesita de 50 árboles, aproximadamente, para producir los 10 metros cúbicos del aire que inhalan. La Tierra no puede más y nos está cobrando la factura y aunque no todos tenemos la misma cuota de responsabilidad, ella no mira clases sociales ni posición económica o creencias religiosas.

SE HABLA VERDE

6.12.11

El Top de las Democracias mundiales

Un informe del año 2006 realizado por Economist Intelligence Unit, estudio el grado de implantación de los gobiernos democráticos a nivel mundial. Para llevar a cabo dicha clasificación utilizó diversos parámetros como el grado de participación electoral de la población o los derechos civiles garantizados a los ciudadanos.

El siguiente mapa muestra el top de las 28 democracias más valoradas; y curiosamente el país por ‘excelencia’ que más ha pregonado su exquisita democracia, es decir EEUU, se encuentra en un más que discreto puesto 17. Incluso España se encuentra por encima.


Y como siempre en el top 5 aparecen los países nórdicos, junto con Holanda.

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